
¿Por qué se llama así? ¿Por qué es tan especial esta variedad? ¿Cómo llegó a Campania? Vamos a descubrir el tomate Piennolo del Vesuvio.
En las laderas del Vesubio crece una variedad única de tomate que desde 2009 cuenta con el título de DOP y desde 2013 tiene su propio Consorcio de Protección creado para su defensa y difusión. Cultivado en lugares situados a un mínimo de 300 metros del mar, el tomate Piennolo del Vesuvio es una expresión plena de su territorio, tanto por sus características organolépticas como por las tradiciones y leyendas que lo rodean.

Pequeño, ovalado y redondeado, con una forma alargada y un extremo inferior puntiagudo, el tomate Piennolo del Vesuvio es inmediatamente reconocible y es uno de los símbolos de Campania. Se utiliza para varias preparaciones tradicionales como la pizza o la «pummarola» (salsa de tomate), pero también es excelente comido «puro». Lo que contribuye a su singularidad desde el punto de vista organoléptico es, en gran medida, el Vesubio, que con sus suelos lávicos proporciona a los tomates altas concentraciones de ácidos y azúcares, lo que hace que esta variedad sea altamente mineral y baja en agua.

El nombre hace referencia a la forma en que tradicionalmente se almacenan estos tomates, recogidos en racimos con cuerda y luego «colgados» de los balcones, como todavía se puede ver recorriendo las calles de los pueblos productores y en las tiendas de productos locales. No se sabe mucho sobre el origen de esta tradición, pero hay una historia que se ha transmitido durante generaciones que es especialmente sugestiva. Se cuenta que en Torre del Greco -un pueblo situado entre el Vesubio y el Golfo de Nápoles- las esposas de los pescadores estaban siempre ocupadas remendando y tejiendo las redes de sus maridos. Cuando partían hacia el mar, las mujeres solían tejer todo lo que caía en sus manos, por un lado, para mantenerse ocupadas y por otro, para no perder su formación. Cuenta la tradición que un día llegaron ramas de plántulas de tomates y que ellas empezaron a trenzarlas, lo que hizo que la planta creciera con la típica forma de racimo que aún hoy la caracteriza.

Sea este el origen o un bonito cuento inventado que se ha transmitido por generaciones, lo que sí podemos decir del tomate Piennolo del Vesuvio es que su viaje empieza desde muy lejos, desde Perú precisamente. En 1759, con motivo de la coronación del rey Fernando IV, el entonces virrey del Perú donó a la corte real unos tomates que fueron plantados en una de las zonas más fértiles del territorio: las laderas del Vesubio. Aquí, los tomates no sólo crecieron y se adaptaron, sino que desarrollaron las características organolépticas y de otro tipo que los distinguen y los convierten en una de las variedades de tomate más apreciadas y refinadas.
Este tomate es tan apreciado por los habitantes de Campania que merece su propia leyenda. Según el mito, Lucifer creó Nápoles robando un trozo del Paraíso, pero, a causa de su toque, el suelo de este lugar tan idílico se volvió árido, imposible de cultivar. Por ello, Jesús comenzó a llorar todas sus lágrimas, y ocurrió algo milagroso. Al caer desde las laderas del Vesubio, estas lágrimas volvieron a hacer fértil la tierra, dando así origen al concentrado de historia, magia, sabor y tradición que es el tomate Piennolo del Vesuvio.