
La pizza suele asociarse a la cerveza, pero en los últimos tiempos el vino está encontrando cada vez más espacio en las pizzerías, hasta el punto de que los pizzeros están introduciendo una carta de vinos para sus clientes.
El mundo del vino ha evolucionado rápidamente desde el terrible escándalo del metanol que ocurrió en Italia en 1986, y que, además de sus trágicos efectos, provocó un cambio sustancial en la percepción de la calidad tanto de parte de los productores como de los consumidores. Así, se han multiplicado las etiquetas, se han creado y destruido modas. ¿Quién no recuerda el vino «de barrica», primero ensalzado por la crítica y el público y luego repudiado, puesto que la barrica no es ni será nunca algo absolutamente bueno o malo para un vino? Pero éste es sólo un ejemplo entre los muchos que podrían darse de un universo en el que se confunden certezas absolutas, dogmas y verdades incuestionables. Con sólo preguntarle a un viticultor o a un productor, se dará cuenta de que hay muchos puntos de vista, todos ellos más o menos compatibles con una disciplina enológica que cada vez es más flexible según el enfoque que cada uno adopte. Así nacieron los llamados vinos «naturales», para los que hay muchas definiciones, frente a los calificados como «industriales». Y, sin embargo, ¿estamos seguros de que el método de elaboración del buen agricultor de antaño o el de nuestro abuelo que tenía su propia viña y se dedicaba a la autoproducción son preferibles al uso de tecnologías avanzadas que nos facilitan la vida?
Las preguntas podrían ser innumerables, pero lo que es seguro es que cualquiera que tenga un negocio de restauración que sirva vino tiene que orientarse entre la amplia gama de productos y servicios que se ofrecen. En el restaurante, no es tan difícil encontrar una carta de vinos bien elaborada y de buena calidad, aunque incluso en este caso la variedad es amplia. Por regla general, la lista de botellas disponibles está bastante alineada con el nivel de valoración del restaurante por las principales guías gastronómicas, empezando por la Michelin. Por lo tanto, aunque no sea en absoluto una verdad axiomática, es bastante lógico esperar que un restaurante «con estrella» tenga mayor profundidad y oferta que una trattoria.

La pizza suele asociarse a la cerveza, pero en los últimos tiempos el vino está encontrando cada vez más espacio en las pizzerías, hasta el punto de que los pizzeros están introduciendo una carta de vinos para sus clientes.
El mundo del vino ha evolucionado rápidamente desde el terrible escándalo del metanol que ocurrió en Italia en 1986, y que, además de sus trágicos efectos, provocó un cambio sustancial en la percepción de la calidad tanto de parte de los productores como de los consumidores. Así, se han multiplicado las etiquetas, se han creado y destruido modas. ¿Quién no recuerda el vino «de barrica», primero ensalzado por la crítica y el público y luego repudiado, puesto que la barrica no es ni será nunca algo absolutamente bueno o malo para un vino? Pero éste es sólo un ejemplo entre los muchos que podrían darse de un universo en el que se confunden certezas absolutas, dogmas y verdades incuestionables. Con sólo preguntarle a un viticultor o a un productor, se dará cuenta de que hay muchos puntos de vista, todos ellos más o menos compatibles con una disciplina enológica que cada vez es más flexible según el enfoque que cada uno adopte. Así nacieron los llamados vinos «naturales», para los que hay muchas definiciones, frente a los calificados como «industriales». Y, sin embargo, ¿estamos seguros de que el método de elaboración del buen agricultor de antaño o el de nuestro abuelo que tenía su propia viña y se dedicaba a la autoproducción son preferibles al uso de tecnologías avanzadas que nos facilitan la vida?
Las preguntas podrían ser innumerables, pero lo que es seguro es que cualquiera que tenga un negocio de restauración que sirva vino tiene que orientarse entre la amplia gama de productos y servicios que se ofrecen. En el restaurante, no es tan difícil encontrar una carta de vinos bien elaborada y de buena calidad, aunque incluso en este caso la variedad es amplia. Por regla general, la lista de botellas disponibles está bastante alineada con el nivel de valoración del restaurante por las principales guías gastronómicas, empezando por la Michelin. Por lo tanto, aunque no sea en absoluto una verdad axiomática, es bastante lógico esperar que un restaurante «con estrella» tenga mayor profundidad y oferta que una trattoria.

La pizza suele asociarse a la cerveza, pero en los últimos tiempos el vino está encontrando cada vez más espacio en las pizzerías, hasta el punto de que los pizzeros están introduciendo una carta de vinos para sus clientes.
El mundo del vino ha evolucionado rápidamente desde el terrible escándalo del metanol que ocurrió en Italia en 1986, y que, además de sus trágicos efectos, provocó un cambio sustancial en la percepción de la calidad tanto de parte de los productores como de los consumidores. Así, se han multiplicado las etiquetas, se han creado y destruido modas. ¿Quién no recuerda el vino «de barrica», primero ensalzado por la crítica y el público y luego repudiado, puesto que la barrica no es ni será nunca algo absolutamente bueno o malo para un vino? Pero éste es sólo un ejemplo entre los muchos que podrían darse de un universo en el que se confunden certezas absolutas, dogmas y verdades incuestionables. Con sólo preguntarle a un viticultor o a un productor, se dará cuenta de que hay muchos puntos de vista, todos ellos más o menos compatibles con una disciplina enológica que cada vez es más flexible según el enfoque que cada uno adopte. Así nacieron los llamados vinos «naturales», para los que hay muchas definiciones, frente a los calificados como «industriales». Y, sin embargo, ¿estamos seguros de que el método de elaboración del buen agricultor de antaño o el de nuestro abuelo que tenía su propia viña y se dedicaba a la autoproducción son preferibles al uso de tecnologías avanzadas que nos facilitan la vida?
Las preguntas podrían ser innumerables, pero lo que es seguro es que cualquiera que tenga un negocio de restauración que sirva vino tiene que orientarse entre la amplia gama de productos y servicios que se ofrecen. En el restaurante, no es tan difícil encontrar una carta de vinos bien elaborada y de buena calidad, aunque incluso en este caso la variedad es amplia. Por regla general, la lista de botellas disponibles está bastante alineada con el nivel de valoración del restaurante por las principales guías gastronómicas, empezando por la Michelin. Por lo tanto, aunque no sea en absoluto una verdad axiomática, es bastante lógico esperar que un restaurante «con estrella» tenga mayor profundidad y oferta que una trattoria.